Las primeras


Las mujeres naturalistas de entre los siglos XVII y XX destacan en primer lugar por haber sido capaces de cuestionar y presentar alternativas al rol de la mujer de sus tiempos. Estas inquietas viajeras no quisieron quedarse mirando por las ventanas de sus casas y aprovechando sus circunstancias personales, emprendieron largos viajes. Otro rasgo común importante es el afán de dejar un legado concreto tras el esfuerzo: publicaron sus diarios, sus descubrimientos, experiencias e incluso una de ellas, Marianne North, construyó una galería para albergar 832 de los óleos que pintó en distintos lugares durante años de viajes auto financiados. Cabe mencionar que varias de ellas mencionan en sus escritos la preocupación que les produce observar la depredación de los hermosos lugares conquistados por los nuevos habitantes europeos. Sin duda estas mujeres fueron las primeras ecologistas (término que comenzó a emplearse recién en 1866 al ser presentado a la comunidad científica por el alemán Ernst Haeckel).[1] Por último, está el valor estético y la sensibilidad artística que diferencian las obras de estas mujeres de las de sus pares masculinos: el enfoque centrado en la belleza, en la sorpresa y la contemplación de la naturaleza, sus seres y fenómenos.

Son estas las mujeres que me inspiran. Hoy más que nunca, necesitamos de esa actitud aventurera, capaz de arriesgarse para armar un rumbo propio. Un camino que tenga un real sentido para nosotras y para el mundo en que nos desenvolvemos. La Naturaleza está aquí para que la conozcamos y la demos a conocer a todos quienes se han olvidado u poquito de cómo es el mundo en que vivimos.


[1] Bibliografía de referencia: In Nature’s Name: an anthology of women’s travelling and Illustration, 1780-1930, Barbara T. Gates, Chicago University Press 2002.

-"Mejor vamos a ver qué pasa afuera!!!"

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